Siempre nos preguntamos qué podemos hacer para ser más productivos. Pero qué tal si le das la vuelta a esa pregunta y te cuestionas: ¿Qué debo dejar de hacer para ser más productiva?
1.Reaccionar inmediatamente a los estímulos externos:
Créeme que una práctica saludable es desactivar las notificaciones. Cuida tu atención y no permitas que sea secuestrada.
Ponte horarios para atender correos electrónicos, ver el WhatsApp, tus redes sociales. Tú tienes el control y eres la única que puedes poner orden a tu vida. Si no pones límites, entonces no podrás alcanzar el nivel de concentración suficiente para hacer tareas complejas de forma eficiente. Te demandará mayor tiempo del debido y eso afectará tu valioso tiempo.
El adoptar estas prácticas tendrá un efecto expansivo, porque acostumbrarás a las personas de tu entorno a que no respondes de inmediato y aprenderán a respetar tus reglas. Quizás al principio no recibas feedback amigable, pero es parte del proceso y de educar a tu entorno.
2. Descuidar tu energía y sentirte agotada.
Cuando llegamos al límite del agotamiento, todo nos cuesta el doble. Lo sencillo, se ve difícil y lo difícil imposible. Y esto impacta directamente a nuestra productividad.
¿Por qué? Porque se convierte en un círculo vicioso. Terminas el día agotada, probablemente eso hace que te acuestes tarde; al día siguiente amaneces cansada y tu humor no es el mejor. Ergo, los conflictos aparecen como por arte de magia. Te lo digo porque lo he experimentado en carne propia.
¿Cómo evitas este tipo de situaciones? Programa tus descansos (puedes utilizar la técnica del Pomodoro o el Focus Time). Sé realista al planificar, trázate pocas tareas diarias y separa espacios para ti. Ten una planificación consciente.
3. Dejar que los pensamientos te invadan.
Entrar en un remolino de pensamientos es peligroso. Quedarte inmerso en tus pensamientos de manera repetitiva y no pasar a la acción, te desgaste y baja tu productividad.
¿Cómo salimos de este remolino? Tenemos que observar nuestros pensamientos, sin enredarnos en ellos (a mí me sirve escribirlos y así los veo desde una perspectiva más objetiva). Ahí sabremos cómo y cuándo parar.
Miquel Nadal, especialista en neuroproductividad, dice “una mente tranquila y consciente es una mente productiva, que toma mejores decisiones y que no invierte demasiado tiempo en recrear historias, que ya pasaron o que jamás pasarán”.
Esto no significa que necesariamente tienes que poner fecha y hora a cada tarea. Pero, sí debes ser consciente de qué tipo de tareas se alargan más de lo debido y utilizar bloques de tiempo para esa tarea en particular.
4. Hacer todo tú y no delegar.
Eso puede que nos caiga a muchas como anillo al dedo. Pensar que nadie hace las cosas como uno y por eso no delegamos, nos resta productividad.
Es más efectivo y sano apoyarnos en alguien para aliviar la carga. Si está en tus posibilidades, no lo pienses y hazlo. Aquí viene perfecto esta frase que me encanta: “Suelta y confía”.
5. Tomar demasiado tiempo para hacer una tarea.
La Ley de Parkinson señala que una tarea dura tanto tiempo como tiempo tengas para hacerla. Es decir, que si no limitas el tiempo que dedicas a cada tarea perjudica tu productividad y comienzas a procrastinar.
Esto no significa que necesariamente tienes que poner fecha y hora a cada tarea. Pero, sí debes ser consciente de qué tipo de tareas se alargan más de lo debido y utilizar bloques de tiempo para esa tarea en particular.
6. Aceptar todos los eventos y propuestas que te proponen.
Si decimos sí a todo, algo debemos sacrificar. Y a veces ese algo es lo que afecta al cumplimiento de nuestros objetivos.
Decir NO, no te convertiste en una persona desagradecida. Las palabras dichas con educación jamás serán tomadas de mala manera. Así que deja ese sentimiento de culpa y descarga tu agenda de esos eventos y actividades que no son necesarios para ti, que te alejan de tus objetivos.
7. Estar ocupada siempre.
Estar ocupada no es sinónimo de ser productiva. Escribe esta frase si es necesario y aleja esta creencia de tu mente, porque la verdad es que sin descanso no hay productividad.
Es importante desconectarse del trabajo para que nuestro cerebro descanse y pueda rendir a su máxima capacidad. Si eres de las personas que tiene que ver su agenda llena, entonces comienza a programar tus descansos y tu tiempo para el ocio. Esta es una buena práctica.
8. Divide las tareas grandes en parte pequeñas.
Si sabes que una tarea te va a demandar horas continuas de trabajo, entonces, divídela en varias tareas.
¿Por qué? Porque así podrás programar descansos entre tareas, ahorrarás energía, podrás visualizar si hay algún punto crítico. Cada tarea culminada te generará satisfacción y, por lo tanto, estarás motivada para seguir avanzando.
9. Hacer siempre las cosas de la misma manera
Si algo te funciona no lo cambies, mejóralo. Si algo no te funciona, entonces buscas nuevas formas para alcanzar lo que te propongas. Sal fuera de la caja para encontrar soluciones, pero no te des por vencida.
Toma el fracaso como un aprendizaje y no lo vincules con tu ego, porque ahí sí será más difícil volver al camino. Recuerda que lo importante es el proceso, no el resultado. Como dice James Clear, no te enfoques en correr una maratón, sino en convertirte en corredor.
10. Elegir bien tus batallas
No pretendas ganar una discusión cuando el medio y contexto no es el adecuado. “A veces es mejor tener paz, que tener razón”.
Comienza a valorar tu energía como el bien más valioso que tienes, porque te permitirá tomar mejores decisiones y evitar aquellos conflictos que lo único que te traerán es desgaste mental. Y eso afecta tu productividad.
11. Justicar tus errores a través de la queja.
Cuando fallamos, lo primero que hacemos es quejarnos porque queremos que algo externo cambie y eso difícilmente ocurre. La queja no nos ayuda, solo nos desgasta.
Ten presente que tú sola no puedes cambiar el mundo y menos cambiar a los demás, pero sí puedes cambiar la forma de cómo percibes la realidad y adaptarte a la situación; hacer que esta te genere el menor malestar posible; Tú decides cómo ves el vaso, medio lleno o medio vacío.
12. Aferrarte a las cosas.
En lo personal, esto es quizá mi talón de Aquiles.
La tendencia minimalista cada vez es más fuerte y es algo que debemos practicar, de a pocos, en todos los aspectos de la vida. Nos aferramos a los trabajos, a los proyectos, a las personas, a las relaciones, a los objetos… y cada vez la mochila pesa más. Así es más difícil avanzar.
Para ser productivas, hay que viajar ligero, pero ¡cómo cuesta! Por eso, empecemos a acoger con cariño aquello que nos suma a nuestro proyecto de vida y soltar rápidamente, aquello que no nos conviene ni necesitamos.
Ahora es tu turno. Elige cuál de estas 12 cosas dejarás de hacer para ser más productiva. Estoy segura que empecerás a sentirte más liviana y más productiva😜.
Un abrazo para ti.